Diálogo con un cliente sobre la ansiedad por el futuro:
—Joan, me da un miedo terrible no superar la oposición. Siento una ansiedad de la hostia.
—¿Por qué? ¿No tienes un plan B?
—No. Pensaba que estaba mal preparar un Plan B.
—¿Cómo? ¿Por qué iba a ser malo?
—Escuché a un gurú del crecimiento personal que tener un plan B hacía que perdieses el plan A.
—…
—¿Qué piensas, Joan?
—Madre mía, tío… con perdón: menuda chorrada.
—¿No te parece que sea cierto lo que decía?
—En absoluto. Me parece la típica frase que el gurú de turno escribe después de leer «El arte de la guerra».
—¿Me aconsejas preparar un plan B pues?
—Y un plan C. Quizá incluso un plan D.
—¿En serio?
—Sí. Porque es evidente que si tu vida pende de conseguir completar ese Plan A lo más normal es que sientas una ansiedad fortísima.
—¿D verdad?
—Claro. Yo también la sentiría. Porque si esto va de «el Plan A vs el Abismo», entonces te veo a un paso de la victoria pero también a un paso del abismo. Como para no tener ansiedad, joder.
—Coño, pues visto así, Joan… ¿Tienes alguno de tus consejos?
—Sí. Ve con todo a por tu plan A, pero piensa también en el margen que te queda tras el peor escenario posible. Piensa: «Vale, si finalmente no consigo pasar la oposición, ¿qué es lo mejor que puedo hacer entonces?». Te prometo que si lo haces bien puede que el Plan B llegue a parecerte tan bueno como el A. Y si lo haces bien, la ansiedad se marchará y no volverá.
—Ay Joan, esa es una promesa muy grande, eh…
—Yo no hablo nunca por hablar.
—Lo sé, Joan. Muchas gracias, de verdad.
En nuestra siguiente sesión, mi cliente era otro. Estaba totalmente tranquilo. Me mostró su Plan B e incluso un Plan C. Eran fantásticos. Se encontraba tan relajado que dormía mejor, se concentraba mejor y así podía preparar más eficientemente la oposición.
Finalmente aprobó todos los exámenes y superó la oposición.
Lo dicho.