¿Cómo evito PROCRASTINAR?

Esta es una de las «nuevas preguntas» de nuestra era.

Me consta que es un tema que lleva de cabeza a muchas personas. De hecho es un asunto recurrente en las sesiones con mis clientes. Tras todos estos años creo que el problema reside en la concepción y confección de la pregunta. Me explico:

Quizá no se trate de EVITAR PROCRASTINAR sino de PROCRASTINAR CON INTENCIÓN.

Debes tener en cuenta que todo el ecosistema internet está elaborado por personas que son muy buenas en lo suyo. Y «lo suyo» es precisamente que te encante estar en ese ecosistema y que vuelvas a él cada dos por tres. Que cada vez que necesites evadirte, entretenerte o desconectar de tu mundo acudas de inmediato al suyo.

Es necesario admitir que estamos en desigualdad de entrada.
Pero eso no quiere decir que no podamos vencer la batalla.
Somos David y ellos Goliat. Sin embargo todos sabemos quién ganó esa pelea.

Lo que yo he usado con mis clientes y siempre ha funcionado es lo siguiente:

  1. Darse de baja de todas las redes sociales.
  2. Planificar y programar los momentos para procrastinar.

El punto número 1 es interesante para aquellos que suelen hacerse trampas al solitario por costumbre y que procrastinarían a escondidas de ellos mismos. También es útil para aquellos que ya han pasado un par de rayas con respecto a su adicción y dependencia de las redes. Pese a lo dicho, solo he tenido que recurrir a esto un par de veces en los últimos años. Costó pero funcionó.

El punto más interesante para ti es el segundo: procrastinar con intención.

Procrastinar puede llegar a ser muy útil. Una herramienta creativa en potencia, si se usa bien. Yo mismo saco un partido tremendo de ello. Me sirve para observar las tendencias y recursos creativos de otros creadores de contenido y, sobre todo, me sirve para observar mi propio comportamiento en la red de forma que puedo entender mejor al usuario/consumidor medio. Todo esto me resulta muy provechoso para crear cada vez un contenido mejor, con más gancho.

Ahora bien, procrastinar es un problema cuando todo momento es bueno para hacerlo. Lo que no controlas termina controlándote. Por este motivo he terminado «poniéndome práctico» para poder ser resolutivo.

¿Que un cliente no puede evitar procrastinar porque en el fondo le encanta hacerlo?
Pues le dejo hacerlo, pero en un momento y duración determinado en el día. Con orden y planificación.

Cuando confeccionamos juntos su agenda de la semana intentamos descubrir en qué momentos de la jornada puede ser más efectiva una sesión de procrastinación, con una hora de comienzo y otra de finalización predeterminadas y delimitadas. Por ejemplo, quince minutos tras una serie de horas de trabajo intenso, después de comer, al finalizar la jornada de trabajo, cada vez que se tenga que ir al lavabo o en salas de espera o colas, justo antes de cenar o justo después. Lo que el cliente necesite. Si esto consigue que éste deje de procrastinar sin control a cualquier momento… me vale. Y a él también.

Tras un plazo razonable de tiempo todos mis clientes terminan encantados con esta nueva forma de funcionar. No tienen que renunciar completamente a la procrastinación pero tampoco al control de su vida.

Debes ser hábil con lo que eres, con lo que tienes y con lo que quieres.
Desde ahí, saca lo mejor que puedas.

Prueba, no tienes nada que perder. Gracias por tu pregunta. Ayudará a mucha gente.

FUERZA Y PAZ.

 

ENVÍAME TU PREGUNTA A JOANGALLARDOPT@GMAIL.COM


 

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