«Busca una cosa, una.
Que al pensar en ella te digas, Dios, por esto sí vale la pena luchar y sufrir.
Por esto toda mi sangre es poca.
Que sólo con evocarla, la pereza, la desidia y la ansiedad desaparezcan.
Que al recordarla no sientas miedo de ir a por ella, sino miedo por no hacerlo.
Si la encuentras, si das con esa cosa, habrás encontrado un tesoro. Un manantial. Tu hogar.
El sentido para una vida entera.
Y no volverás a necesitar nada nunca más».
—Conversación de ayer con un cliente.