Autor: Joan Gallardo

La vida es un juego de rol.

Llevo sintiendo eso desde hace unos años. Y eso que nunca me he reunido alrededor de una mesa con figuritas, dados y cartas en mi vida pero… Debe ser algo así.

Llevas las riendas de un personaje, lanzas acciones como dados y aparecen cartas como actos de la vida.

Retos, saltos, golpes, regalos, vidas, pasos atrás y hasta encantamientos.
Pero lo mejor viene con las nuevas habilidades, de repente un día aprendes algo nuevo y otro universo se abre ante ti como una mazmorra vasta y salvaje cual Link en The Legend of Zelda.

No me canso ni me paro de adquirir nuevos tesoros en forma de vehículos hacia nuevos lugares y que me maten el día que crea que ya no hay cosas excitantes por leer, ver y escuchar.

La vida es un juego de rol y yo tengo el control, quiero mis hostias, mis encantamientos y mis vidas.

Siguiente turno, dame los dados.

Intenta trepar una pared de 5 metros con una escalera de 2 metros.

Una locura? Imposible?

Así es como obra un gran % de las personas. Queremos cosas que sólo alcanzan unos pocos pero con el esfuerzo mediocre de la mayoría.

Por suerte no funciona así.

Por suerte las grandes cosas se consiguen con grandes esfuerzos.

Es la única forma de cortar las alas a la mala suerte, la genética y las excusas.

Nunca he escuchado una sola excusa de alguien que se dejó el alma intentando conseguir algo.

La mediocridad no depende del resultado sino del esfuerzo expuesto.

Elegid bien vuestra escalera.

Con la edad cada vez me desarraigo un poco más de todo. Como si tocar los 30 me llevaran de nuevo a los 15 cuando todo me era extraño e irreal.

No comprendo de repente muchas cosas.

No comprendo el sistema financiero ni el educacional ni el sanitario.

No comprendo a la masa ni a los estamentos que la controlan.

No comprendo a los políticos ni las leyes.

No comprendo este Status Quo ni la inutilidad de sus valores.

No comprendo la tierra.

No comprendo mi pueblo ni siento que pertenezca a él.

Y no pasa nada, cuanto más desarraigo siento más libre vivo.

Casi como un libertario contento y tranquilo.
Casi nada me importa ya y eso me deja mucho espacio para lo que de verdad importa.

Libertad Cavernícola.

«Así que, por una ocasión en mi vida, déjame conseguir lo que quiera esta vez»

Escuché esa canción de los Smiths en el peor mejor momento posible de mi vida y pensé que quizás había llegado el momento de extirpar todo lo negro que había a mi alrededor para empezar a ser un poco más egoísta.

Como un jefe duro empecé a repartir cartas de despido hacia todo lo que tenía pero que no quería.

Comencé a colocar las estanterías de mi vida en orden de modo que siempre tuviera a mano dosis de felicidad y alegría y mi vida dio con su inicio de forma real.

En mi egoísmo bien administrado empecé a respirar, por primera vez.

Me convertí en un gran cirujano vital.

Extirpando, cosiendo, transplantando y curando mi vida.

Un consejo: conseguid todo lo que queráis. Queda poco para irnos en realidad.

Coherencia.

Coherencia es ir a comprar melones e irte con dinero en el bolsillo y traerte sólo melones de vuelta a casa.

Lógico?

Muchos van a comprar melones y vienen llenos de sandías. O peor aún, van a comprar con dinero del monopoly y vienen cabreados porque no les han querido vender sus sandías, o sus melones. Qué más da.

Amor con amor.
Éxito con trabajo.
Trabajo con éxito
Y melones con melones, no con sandías.

Gallifante para los que lo han pillado.

Coherencia y cavernicolismo.