Es muy fácil ser frío.
Arrogante.
Antipático.
Desagradable.
No requiere de esfuerzo alguno.
Cualquiera puede hacerlo.
Pero la amabilidad, la bondad, la agradabilidad, la cortesía, la calidez… ay, para eso uno tiene que ser fuerte.
Porque se necesita un esfuerzo. Una resistencia. Un ignorar esas voces que te dicen «¿no ves que el mundo se va al carajo? ¿Qué más da?«.
Es muy fácil quejarse de que el suelo está sucio y justo por eso no limpiarse los zapatos al entrar.
FUERZA Y PAZ.