¿Que en lugar de la gripe podría estar muerto?
¿Que en lugar de tener un jefe capullo podría no tener trabajo y ver a mis hijos vivir en la pobreza?
¿Que en lugar de que mi pareja me deje podría dejarme por mi mejor amigo?
Pues imagino que sí.
La cuestión de esto es: ¿Alivia el dolor pensar en esto?
Mi respuesta es: Sí. Debería.
Siempre hay alguien que se cambiaría por nosotros. Seguro. Y sin dudarlo.
Y eso da que pensar. O al menos deberíamos.
Trabajamos demasiado para tan poco.
Tan poca es la recompensa que quita el sentido al sacrificio que se hace.
El otro día vi que muchas familias se ven obligadas a alquilar habitaciones de sus hogares para poder pagar la hipoteca o el alquiler.
No me jodas. Hay que meter en casa a un extraño que tampoco se puede costear una vivienda para poder costear una vivienda.
El mundo se va a la mierda por cosas así.
La indignidad sólo genera más indignidad.
Un país donde un individuo que trabaja no puede pagarse una vida autónoma y libre debería arder hasta la ceniza para después volver a empezar desde cero.
Un mundo en el que para poder tener acceso a una hipoteca necesitas una cantidad improbable de dinero ahorrado es una broma. Una broma pesada.
Una que no tiene ni puta gracia.
Ya tienes disponible el nuevo episodio de mi podcast «Consejos para la vida» y se titula: «No Hay Un Solo Sufrimiento Al Que No Se Le Pueda Dar Sentido Y Utilidad«.
—¿Qué te da miedo?
—No sé, Joan…
—No quieres ni nombrarlo, ¿no?
—Eso es.
—¿Prefieres ignorarlo o hacer como que no existe?
—Creo que es como vivo. Así, mientras que lo que me da miedo no aparezca evito comerme la cabeza.
—¿En serio que no te la comes?
—Bueno Joan… no me la como tanto. Vivo mediotranquilo.
—Ah, ¿y si eso que temes un día llega a tu vida? ¿Sabrás qué hacer? ¿Tienes un plan?
—Ya pensaré en ello llegado el momento.
—¿Y no es mejor pensar en eso ahora y después vivir tranquilo?
—¿Mejor que qué?
—Mejor que vivir «mediotranquilo».
—¿Se puede vivir completamente tranquilo, Joan?
—Sí.
—¿Cómo?
—Siendo valiente y fuerte.
—¿Y ya?
—Claro… ¿acaso no vivirías más tranquilo si fueses más fuerte y más valiente?
—Sin duda…
—Y esconderte de tus miedos, ¿te hace más fuerte y más valiente o… más cobarde y temeroso?
—Es verdad… joder, tienes razón. Dime lo que tengo que hacer Joan, quiero probar al menos.
—Ahora te escucho. Vamos.
La triste verdad es que hay personas a las que no deberías acercarte como no te acercarías a una torre de alta tensión. «Peligro de muerte», decía la señal. Esa señal amarilla piramidal con su silueta negra de un hombrecillo ensartado por un rayo.
Pero, claro, eres demasiado bueno como para hacer algo así.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies