Reflexiones y escritos diarios sobre la vida.
Esto me dijo alguien hace mucho tiempo. Y tenía razón.
Muchas derrotas son en realidad abandonos. Abandonos provocados por las prisas. Por la impaciencia.
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Joan Gallardo.
Si sé algo en esta vida es porque he tenido la paciencia suficiente como para poder llegar a comprender.
No tengo más mérito que saber esperar.
Esperar y ver. Ya está.
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Joan Gallardo.
Hay que llegar a detestar la impaciencia. Nos quita mucho más de lo que nos da. Si es que nos da algo, que ahora no caigo.
¿Por qué no intentar ser, ya no un poco más paciente, sino diez veces más?
¿Qué crees que puedes perder?
¿Tendrás paciencia para ver lo que la paciencia puede darte?
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Joan Gallardo.
O lo que es lo mismo:
Valentía + Creatividad + Paciencia.
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Joan Gallardo.
Recuerdo una vez, de niño, que iba por el monte con mi hermano pequeño dando un paseo. Queríamos arrancar un pequeño acebuche para plantarlo en otra parte. Yo tiré de él con todas mis fuerzas y haciendo uso de todas las posturas posibles. Parecía que venía pero en algún punto pareció encallarse. Tiré y tiré y se movía sin salir como una muela a la que aún no le ha llegado la hora. Al final lo dejé.
Mi hermano me dijo: «¿no sale?». Y yo le dije, con la mirada, que no.
Seguimos con el paseo y a la vuelta, mi hermano, 4 años y medio más joven que yo, de unos 7 años entonces, tomó aquel pequeño acebuche con una mano, tiró levemente de él y lo sacó de cuajo.
«Solo te faltaba un pequeño tirón, ya estaba casi fuera», dijo.
Me quedé a un pequeño tirón. A unos pocos segundos más de paciencia.
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Joan Gallardo.
La impaciencia es, entonces, una forma de vanidad. De inmadurez. De debilidad.
El impaciente no sabe esperar porque cree que la vida no debería hacerle esperar. Este pensamiento demente representa el rechazo de fondo del funcionamiento natural de la vida y sus tiempos. Y no se puede disfrutar una vida de la que no se acepta su naturaleza.
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Joan Gallardo.
No sacas un pavo del horno solo porque no se ase rápido.
Cuando cambies algo, ten paciencia hasta que sea evidente si dicho cambio ha sido bueno o no. Muchas personas, por impaciencia, deshacen cambios que estaban bien planteados.
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Joan Gallardo.
No está nada mal, ¿verdad?
Por el precio de uno tienes tres más.
Sin duda alguna, si pudiese elegir 5 virtudes para la vida de mis hijos, una de ellas sería la paciencia.
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Joan Gallardo.
La impaciencia no acelera nada. Hay más abandonos por impaciencia que por incapacidad.
La paciencia no asegura resultados pero asegura que, al final, no tendrás dudas sobre si aquello que pretendías alcanzar estaba a tu alcance o no.
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En cambio, la vida del impaciente es ancha pero poco profunda.
Empieza mucho y termina poco. O nada.
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Joan Gallardo.
Acepta pues que la vida tiene sus tiempos.
Asume la idea de que todo lo que llega, llega cuando tiene que llegar.
Y hazlo de buen grado.
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Y de todas las virtudes que he conservado y cuidado, la más rentable de todas ha sido también la paciencia.
Sabiendo lo que sé, de no haber nacido paciente… habría intentado aprender a serlo. A toda costa.
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Joan Gallardo.
El amor, la felicidad, la amistad, la dignidad, la honestidad, la sinceridad, la solidaridad, la generosidad… todo esto es lo que es deseable alcanzar en la vida.
Y todo ello emana de los actos buenos. Son valores buenos. Son bondad.
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Joan Gallardo.
La bondad y el amor van siempre de la mano.
Si eres bueno con algo es porque lo amas.
Y si amas algo de verdad entonces serás bueno con ello.
¿Quieres más autoestima? Sé bueno contigo.
¿Quieres ser más bondadoso? Ámate más.
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Aúna bondad y fortaleza para poder resistir.
Para que el mal no consiga doblegarte y deformarte.
Para que siempre que te mires al espejo te encuentres recto.
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Tendrías que ser tan bondadoso en público como en soledad.
Y es más… tendrías que ser, sobre todo, bueno cuando nadie te mire.
Cuando nadie pueda felicitarte por ello.
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La bondad se basta a sí misma para ser completa.
Vale lo mismo siempre, la miren o no, la escuchen o no, la aplaudan o no.
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Joan Gallardo.
Pues es el dolor de la maldad puede empujarte lejos de ella.
Y acercarte a la bondad.
Desarrolla un asco profundo hacia la maldad.
Es uno de los mejores favores que puedes hacerte a ti y a la humanidad.
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No puedes ser feliz sin hacer cosas buenas por la gente que te rodea.
Y tampoco puede ser feliz haciendo dichas cosas por interés. La bondad no entiende de tratos ni conveniencies. Dar para recibir no es dar sino comerciar.
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