Nombra el infierno y lo verás por todas partes.
Nombra el cielo y vivirás en él.
Tu percepción cambia tu vida. A cada segundo. Cuidado.
Despierta.
Paz.
Me encanta. Reconozco que este eufemismo chascarillero me dibuja una sonrisa a la Fausto. Me pone chistoso y malvado a la vez.
Esta frase parece esconder la preocupación santísima de un amigo o familiar, quien angustiado por tus acciones se predispone a decirte cuatro cosas bien dichas que sabe, de antemano, que te van a joder. Te van a joder, pero mucho, pero aún así te las va a decir.
En el fondo, sin base alguna más que mi propia observación, no es la preocupación la que promueve tal entradilla y posterior hostia sino, precisamente, una gran molestia propia. Es decir, cuando alguien se dispone a leerte la cartilla con tal pre-aviso lo hace desde una posición de ofensa por las acciones que puedes estar llevando a cabo, las opiniones que tienes o simplemente la vida que has elegido llevar.
«Esto que te digo te va a joder, pero te lo digo como amigo, porque te aprecio… Así vas mal tío, nos haces daño con esto que haces»
¿Quién no ha escuchado esto alguna vez? Por Dios… os lo voy a traducir, sin pajas:
«Mira tío, me tienes hasta los cojones, no me gusta lo que haces ni cómo lo haces, así que voy a darte dos hostias bien dadas para que cambies y dejes de dar por culo con tu estilo de vida, que me molesta, y me molesta más que un grano blanco en pus en la punta de la nariz»
Este artículo vaya para aquellos que aún no han terminado de forjar los cimientos de una fuerte auto-estima y posición y ante tal situación se ven sobrepasados atendiendo a la posibilidad de un cambio de actitud y estilo de vida forzado, sin desearlo. Los cambios precisos y fundamentales de la vida deberían encontrarse casi por casualidad antes ciertas revelaciones y revoluciones de la vida, la cual es tan sabia que nos otorga tales momentos en su justa medida, tiempo y lugar. Jamás debería ser así ante la opinión y molestia provocada a y ante nadie, sea quien sea.
Me vais a perdonar si os ha jodido, os lo digo como amigo.
Hace un millón de años dejé de sonreír.
Decidí morir y nacer de nuevo. Y en un momento.
Entregarme a la vida y prometer a Dios mi sonrisa eterna.
Nunca rompí una promesa.
Sonriendo te pediré que me acompañes.
Una y otra vez. Pesado como el plomo. Pero sonriendo y cansado de mí un día dirás que sí.
Paz.
Lo que piensan de ti.
Tengo la impresión de que eso ocupa demasiado espacio en las mentes y preocupaciones de demasiada gente. Y cuando encontramos lo contrario solemos soltar un vehemente «es que a ese le da todo igual, pasa de todo«.
¡Y cuánta envidia hay en esa frase!
Una vez te deshaces de el deseo de gustar a todo el mundo o a la mayoría tu sistema de pensamiento parece trascender. Piensas que está bien que te plazca una opinión buena sobre ti pero en ningún modo una opinión negativa o un comentario desalentador hacia tu persona o hacia tu trabajo provoca el más mínimo resquemor.
Al mismo tiempo evitas colocarte en el otro lado y tu empatía y asertividad a la hora de opinar de alguien o de su trabajo se vuelven majestuosamente precisas en el uso del lenguaje y semántica.
No hieres aunque opines porque olvidas el valor de tu opinión y del hecho de tener razón en tus valoraciones, porque sabes en lo más profundo de tu ser que no son verdad, en todo caso una mera subjetividad anodina. Una especie de propia realidad a medias, que pende a su vez del fino hilo del sentimiento del momento, y por lo tanto puede cambiar con el tiempo o situación, y seguramente así será.
Es entonces cuando ves la verdadera importancia de la opinión que los demás puedan tener de ti o de lo que haces, porque en plena mística humildad, sabes que tu misma opinión no tiene ninguna importancia. O, al menos, no debería tenerla.
Vive como quieras, habla sobre lo que quieras, haz lo que quieras y piensa lo que quieras. Pero que nunca esté deformado por las posibles opiniones y juicios de los demás.
Sé el primer eslabón de la cadena en romperse.
Hay pocas cosas más tristes que la censura auto-impuesta por el miedo al «qué dirán de mí».
DESPIERTA. PAZ.